sábado, 13 de septiembre de 2008

Reencuentro con Taniguchi: Barrio Lejano (II)

(Ebriedades)

-Para leer la primera parte pincha aquí-


Barrio Lejano (Harukana machi he)

Jiro Taniguchi es un autor que deja patente en sus obras su preocupación por las familias felices que sufren una ruptura. Un dolor nunca manifestado en un sentido trágico exacerbado, no se trata de un cristal hecho añicos, sino de las grietas de un espejo que nadie pudo arreglar.

Barrio Lejano, por tanto, sigue la estela de El almanaque de mi padre, la primera obra que leí del japonés. Tan relacionadas están que podríamos catalogarlas dentro de un mismo ciclo. En ambas se produce una vuelta al pasado familiar, al lugar natal; una experiencia que será agradable (por los buenos momentos vividos) y dolorosa (los hechos que por fuerza mayor torcieron el agradable entorno). Sin embargo, hay dos aspectos que diferencian El Almanaque… de Barrio Lejano.

Primero, que esta última es más larga y más ambiciosa, uno tiene la sensación de que Taniguchi pretendía dibujar un cómic más extenso, de mayor formato. En ese sentido, al ser más largo que su anterior obra, Taniguchi se permite crear esta vez otras subtramas que envuelven al protagonista – Hiroshi, un hombre de mediana edad que al visitar su pueblo natal sufre un accidente que le transporta a su pubertad, pero conservando su consciencia adulta-, como son la relación con su mejor amigo y su amiga-novia (uno de los hallazgos más hermosos del cómic por el choque entre la chica adolescente y el adulto que se hace pasar por adolescente).

Segundo, la forma en que se vuelve al pasado: Barrio Lejano añade un toque “mágico” con el asunto del viaje en el tiempo, muy distinto al absoluto realismo de El almanaque…, cuyo protagonista recuerda su pasado durante el funeral de su padre. Si en éste el protagonista descubría que tenía una imagen totalmente equivocada de su padre, en Barrio Lejano Hiroshi intentará, en cambio, descubrir el motivo de su abandono y, si puede ser, impedirlo... La imagen paterna como una figura dudosa, incompleta y decepcionante que el protagonista necesita aclarar para reconciliar sus resentimientos.

Nuevamente, vemos en Barrio Lejano ese precioso estilo de dibujo ya inconfundible, sus “caras conocidas”, los pequeños detalles cotidianos y… atención, un tratamiento de la historia y de las viñetas que parece que asistimos a una película de cine clásico japonés. Lo digo en serio, si en el futuro tuviera influencia en el mundo del cine intentaría hacerme con los derechos de El rastreador o de Barrio Lejano para adaptarlos a guión… Estoy seguro de que, en buenas manos, se podría hacer algo muy interesante (con esto no pretendo decir que “mis manos” son buenas, no me tachen de prepotente).


Como en El rastreador y El almanaque de mi padre, uno termina de leer Barrio Lejano con la sensación de que le han tocado alguna fibra o que nada en medio de una laguna de emociones... Y después de tres meses de haberlo leído, mi mente parece entrar en calma ante la idea de ir consiguiendo otra obra del amigo Jiro.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como te gusta tu Jiro Taniguchi! A mi me gusta leer tus analisis, se te nota mucha emoción.
Un beso

Soy ficción dijo...

:) Hola!

Vaya, este autor siempre me llama la atención, y mira que rara vez me topo con sus obras, y ahora me encuentro esta reseña... Sera una señal???

Me lo apunto, despertaste del todo mi curiosidad.