sábado, 26 de enero de 2008

Las cicatriz del tiempo (Yasunori Mitsuda)

(Sala de variedades)

En el trabajo me han mandado escribir un artículo acerca de un compositor de videojuegos llamado Yasunori Mitsuda. No me sonaba para nada el nombre de este japonés, pero cuando empecé a investigar comprobé que en verdad lo conocía desde hace ya varios años, pues es el compositor de dos famosos videojuegos: Chrono Trigger y Chrono Cross.
El primero salió para la ya clásica Super Nintendo y se ha convertido en uno de los mejores RPG's, a pesar de que no pudo jugarse en Europa. Su secuela apareció para PlayStation (ahora PSOne). De éste último, Chrono Cross, me enteré gracias a una revista española ya inexistente acerca de videojuegos de importación. Me interesé tanto por él que esperé con ganas su salida en Europa. Sin embargo, al juego le pasó lo mismo que a Chrono Trigger: nunca vio la luz en nuestro continente.
La secuencia de video introductoria que pude ver de Chrono Cross cuando se esperaba con impaciencia su salida en Europa me impresionó mucho, y ya la bellísima música que la acompañaba se me quedó grabada.

Ahora que tengo que escribir el artículo de Mitsuda estoy escuchando otros temas de este buen compositor, algunos son realmente hermosos. Por supuesto, he rescatado la intro de Chrono Cross de mi memoria, titulada Scar's Time. No sólo la música (es curiosa la fuerte influencia celta de Mitsuda), sus gráficos y sus diseños me siguen gustando mucho.







El prólogo de la intro reza lo siguiente:


¿Cuál fue el comienzo de todo esto?
¿Cuándo empezaron a girar los engranajes del destino?

Quizás es imposible entender esa respuesta ahora,
desde el profundo interior de la corriente del tiempo...

Pero, por un cierto periodo de tiempo, entonces,
amamos a tantos, pero odiamos tanto,
nos hicimos daño y nos lo hicieron.

Pero incluso entonces corrimos como el viento,
mientras se hacían eco nuestras risas,
bajo el cerúleo cielo.

sábado, 19 de enero de 2008

Mis desperfectos

(Ebriedades)


En diciembre fui a un concierto de la filarmónica de Málaga. En el repertorio de aquella noche tocaban Así hababa Zarathustra, un poema sinfónico que Richard Strauss compuso en honor a Nietzsche, al que admiraba fervientemente. El compositor austriaco quedó muy satisfecho con su obra, compuesta en 1984; y cuando se estrenó en 1986 en Francfort del Maine, Strauss escribió a su esposa diciéndole que Zarathustra era, sin lugar a dudas, su mejor obra y la más importante de todas las que había compuesto.

No he leído el libro Also sprach Zarathustra, que quede claro, la filosofía es uno de mis muchos temas pendientes, pero algo sabía de esa obra acerca de la glorificación del hombre y su conflicto con la naturaleza. Pero en el libretillo del concierto de esa noche (la de mi concierto de 2007, no la del estreno de 1986) comentaban las partes de aquel poema sinfónico, donde pude leer una frase que reseñaban del libro de Nietzsche referido a la parte de la obra De las alegrías y de las pasiones. Dice así: “Al final todas vuestras pasiones se convirtieron en virtudes, y todos vuestros demonios en ángeles…”. Me llamó la atención.

Tener tengo pasiones, sin ellas no levantaría cabeza, pero me pregunto si alguna vez llegarán a convertirse en virtudes. En estos meses de ausencia en los que abandoné mi anterior blog he traspasado ciertas fronteras que me costaron lo suyo cruzar, y al otro lado me he encontrado con que el nuevo camino no será nada fácil. Me siento un poco distinto, como más consciente de algunas cosas, pero sé que en el fondo no he cambiado. La única diferencia es que mis ensoñaciones son ahora mucho más fugaces, como susurros que me alientan a imaginarme algo distinto para evadirme de mi pesadumbre, siempre en su justa medida como la medicación de un enfermo.

Soñar causa desperfectos, es lo que mejor sé. Por eso ahora estos sueños están aprisionados para poder controlarlos, la experiencia me está ayudando a confinarlos para que no sean más que pequeños hálitos. Aun así, a pesar de todas las precauciones, sigue siendo muy difícil dominarlos y de vez en cuando alguno que otro se escapa.