(Crónicas de un joven y mediocre español sobre su estancia de tres semanas en Londres para aprender inglés)
Hace un año, por estas fechas, decidí irme a Londres como destino de la generosa beca que me concedió el estado. El objetivo de la ayuda: estudiar inglés durante tres semanas. Mi objetivo: empaparme en ese vórtice cultural que es Londres, vivir una experiencia totalmente nueva e innovadora para mí (nunca había salido solo de España), es decir: ponerme a prueba. Y, en menor medida pero muy unido a lo anterior, despertar mi vago dominio del idioma de Shakespeare.
Creo que es la primera vez que tengo la fuerte necesidad de escribir un texto autógrafo, pero he tenido que dejar pasar un poco el tiempo para dejar constancia de la experiencia (algo más de medio año). No es que no quisiera o no pudiera. Sí, de hecho, el cuerpo me pedía desde hace tiempo escribir algún esbozo. El problema (si es que debería denominarse así), era que hay ciertos pasajes que no sabía (y no sé) explicar debidamente, con qué nivel de desnudez, con qué grado de selección. Pero tengo que probar. La distancia de los hechos me ayudará a tener una visión más concreta y global.
Otro tema que me preocupa (muy a considerar) es referente a las personas que forman parte de esta experiencia. ¿Cómo reflejarlas? ¿Tengo el derecho de incluirlas? Sólo fueron tres semanas de relación, incluso menos, pero son imprescindibles en las crónicas. Finalmente decidí incluirlas, según lo requiera a través de una serie de capítulos. Desconozco cuántos serán y cuánta gente aparecerá, pero quien quiera que vaya a leer esto debe saber que éste es mi sencillo homenaje a todos ellos (con ese argumento debería ser excusado). De todos modos, y aunque no haga falta decirlo, pido disculpas si inconscientemente me desplazo de la realidad exacta, si no perfilo con el rigor exigido los personajes que la rodean. Todo lector debe recordar que el género autobiográfico no se compromete a contar la verdad, si no la versión de la verdad del que se aventura a contarla.
Antes de finalizar, quisiera matizar un asunto: como motivo especial, voy a reinventar las normas del lenguaje escrito para transcribir ciertos acontecimientos. Durante mi narración pondré algunas expresiones en inglés; sin embargo, como muchos hechos transcurren mezclando conversaciones inglesas y españolas, me veo en la necesidad de aclarar cuándo se habla en un idioma o en otro para hacer las crónicas más fieles, sencillas y ágiles. Por eso, las oraciones que escriba en cursiva serán pasajes que se produjeron manejando el inglés. En algunos momentos lo especificaré, pero en otros no.
Sólo espero relatar mi experiencia londinense con claridad, viveza, sinceridad y mucha emoción contenida.